Top

Se recupera el lago de Chapala; se desborda sobre fincas y cultivos invasores

  • La presas del alto y medio Lerma están llenas, lo que obliga a descargar sus excedentes conforme al acuerdo de distribución vigente desde 2004
  • A lo largo de 125 años, el mayor lago del país solo ha registrado 14 eventos en que ha rebasado su cota máxima oficial. Pero no ha sucedido en 48 años
  • La existencia de agua abundante augura que el reparto de agua para los diferentes usos por el consejo de cuenca del Lerma será a tope

Agustín del Castillo

El lago de Chapala luce hoy rebosante como efecto de un temporal excelente, en que su recuperación, con cierre a 20 de octubre, alcanza 2.14 metros, lo que en volumen significa 2,328 millones de metros cúbicos más, agua suficiente para atender el suministro del área metropolitana de Guadalajara por casi diez años. Como sigue el ingreso de agua desde los ríos Lerma y Duero, es previsible que el mayor lago del país -termómetro ecológico de la cuenca Lerma- alcance algunos centímetros más antes de llegar a su máximo nivel del año, lo que lo pondría en su mejor recuperación en seis años.

Contra las comunicaciones alarmistas de su inminente desbordamiento, conviene recordar a los desmemoriados lo que arroja un sencillo recorrido a la página oficial de la Comisión Estatal del Agua (CEA) de Jalisco (la única que ofrece información detallada del embalse natural):

Apenas en el año 2018, se alzó 2.40 metros (26 cm más) al final del temporal, es decir, 2,680 millones de m³ (352 millones de m³ más que ahora), y no se desbordó aunque llegó a la cota o nivel 96.76, que significa 56 cm por arriba (6,712 millones de m3) del registro de este 20 de octubre de 2025, cota 96.20 (dicho de otro modo: para el año en curso, el volumen de lo que había más lo que llegó a partir de junio es de 6,078 millones de m³, 634 millones menos que en 2018).

Como la capacidad máxima del embalse es 7,887 millones de m³, y la lógica indica que nada que no ha llegado a su borde se puede desbordar, en realidad, el fenómeno que se advierte con preocupación por algunos medios y ciudadanos es, sencillamente, la evidencia de que se ha invadido el lecho del lago, un problema que tiene décadas y es propiciado tanto por la inestabilidad natural del cuerpo de agua (tiene años de escasez y de abundancia de agua desde antes de la llegada del ser humano a la región) como por la avidez de terrenos para fincas solariegas o cultivos agrícolas, acentuada por las omisiones flagrantes de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), responsable de cuidar la zona federal.

“Una franja de invasiones al lecho del Lago Chapala se presenta desde la ciudad  de Chapala hasta el poblado de San Luis Soyatlán, abarcando aproximadamente 75 km, coincidiendo en su mayor parte con el corredor urbano del noroeste del lago. Este es un tema mencionado de manera constante por grupos locales y que ha sido difundido en varios reportajes de medios locales y estatales, con escasa respuesta de las autoridades responsables”, señala en la Ficha informativa ILBM (lake brief) del lago de Chapala, México, elaborado por  Alejandro Juárez Aguilar, Liliana López Gómez y Nélida Orozco Santiago, de la asociación civil Corazón de la Tierra.

“El Organismo de la Cuenca Lerma-Santiago-Pacífico confirmó que entre 2010 y 2020 se han hecho sólo 141 inspecciones, en las cuales 85 de los usuarios no acreditaron contar con el título de concesión para ocupar la zona federal […] Asimismo, en la última década la Conagua emitió 90 ‘sanciones económicas’ y ‘no económicas’ por  la presencia de asentamientos ilegales, invasiones o rellenos detectados sobre la zona federal del Lago de Chapala…”, agregan.

La Ley de Aguas Nacionales considera “ribera o zona federal” una franja de 10 metros adyacente al cauce de agua corriente y al vaso de un cuerpo de agua, “considerando la creciente máxima histórica registrada. En dicha zona no se puede construir nada de forma permanente. Sin embargo, y a pesar de diversas solicitudes en ese sentido, no existe una delimitación física (mojonera) que marque la línea de la zona federal del Lago Chapala, lo que facilita las invasiones referidas”, sostienen los autores.

Como efecto de esa permisividad, “sobre dicha zona se han construido desde embarcaderos y áreas verdes hasta mansiones, restaurantes e incluso infraestructura pública, como diversos malecones, como los de San Antonio Tlayacapan, Ajijic y Mezcala”. Y son justamente estas zonas construidas las que en este momento, con un lago que apenas ronda los tres cuartos de su capacidad, padecen los embates del agua. 

UN LAGO MODIFICADO

Si bien, los invasores de la zona federal solo se preocupan de los ajustes de cuentas de la naturaleza, se debe señalar que la zona federal ha sido artificialmente modificada en los últimos 150 años.

El lago de Chapala tiene una capacidad total de 7,897 millones de m³, con una superficie total de 114,659 hectáreas, de las cuales están en Jalisco 86% y en el vecino estado de Michoacán, 14%. Es la información oficial.

La CEA Jalisco añade: “Una cota es el valor numérico de un nivel cualquiera con respecto a otro nivel al que previamente se le ha asignado una cota fija. En todo el mundo se usa como nivel fijo el del mar, cuya cota es 0.00 m. Para medir el nivel del lago se usa una cota arbitraria establecida por el Ingeniero Luis P. Ballesteros en 1910, tomando un punto fijo situado en el antiguo puente del Cuitzeo, sobre el río Santiago, a la entrada de la población de Ocotlán. A ese punto se le asignó el valor de cota 100.00, que equivale a 1,526.80 metros sobre el nivel del mar […] en 1981, la Secretaría de Recursos Hidráulicos estableció una nueva equivalencia a la cota de Ballesteros, ajustándola 80 centímetros para quedar en 1,526 msnm. Por lo que la capacidad máxima del lago quedó establecida en la cota 97.80 (1,523.80 msnm), con una profundidad máxima de 8 metros y un almacenamiento máximo de 7,897 millones de m3”.

Todo esto es reciente porque el lago había sido acortado en su superficie, en casi 50 mil ha donde actualmente existe la región Ciénega de Chapala (10% en Jalisco y 90% en Michoacán), correspondiente a la región más somera del viejo lago, que llevaba el embalse hasta las orillas de la población de Jiquilpan, y solía desecarse rápidamente en años secos. Los patrocinadores de la desecación definitiva fueron hacendados de fincas como Maltaraña y La Guaracha, bajo la tutela del gobernador de Jalisco, Manuel Cuesta Gallardo, que convenció al presidente Porfirio Díaz ante la presunción -avalada por 120 años de agricultura intensiva- de que la zona sería alta productora de cereales.

A la par, el proyecto de generación de electricidad para Guadalajara, desde la caída de agua de El Salto de Juanacatlán, hizo establecer la cortina de Poncitlán en 1903 para que el río Zula vertiera directo al Santiago y este siempre llevara agua para la generación.

“La cartografía revela dos épocas claramente diferenciadas en los contornos lacustres: una anterior a la construcción del bordo o dique de Maltaraña o vallado de Cuesta, la otra posterior a la desecación artificiosa de la zona conocida como Ciénega de Chapala en ese extremo nororiental azolvado del antiguo lago. La capacidad de almacenamiento del lago era, antes de la Ciénega, un máximo de 5,600 millones de m3 y se redujo a 4,500 millones de m3. [Pero] con la presa de Poncitlán, construida en esa misma época, a principios del siglo XX, su capacidad volvió a subir hasta casi 8,000 Mm3, como hoy en día. Se cambió superficie por volumen”, añade la CEA Jalisco.

“La obra se realizó entre los años 1905 y 1910 a iniciativa del empresario y gobernador jaliciense Manuel Cuesta Gallardo y con la venia del Presidente Porfirio Díaz. Este bordo, con una corona de cuatro metros y una altura de tres metros y medio, tenía un largo de cerca de veinte kilómetros desde La Palma hasta Jamay, atravesando el Lerma en Maltaraña; evitaría que las aguas del lago invadieran la parte de la Ciénega de Chapala”. Además de la modificación de la desembocadura del río Zula, en Jalisco, otro gran tributario, el río Duero, que desembocaba en el lago, fue desviado al Lerma para que acarreara su agua sin generar inundaciones. Los efectos de esta transformación se viven hasta ahora.

¿Ha estado lleno el lago hasta desbordar, según los registros históricos? En 125 años, se registran 14 momentos extremos en que superaron la cota máxima, pero todos son anteriores a 1977: 30 de septiembre de 1906, 11 de octubre de 1926, 30 de junio de 1927, 11 de octubre de 1935, 19 de noviembre de 1941, 9 de noviembre de 1959, 30 de octubre de 1965, 4 de noviembre de 1967, 31 de octubre de 1968, 29 de octubre de 1971, 24 de septiembre de 1973, 22 de septiembre de 1975, 22 de noviembre de 1976 y 7 de octubre de 1977. Desde entonces, han pasado 48 años, y jamás ha trastocado el lago la cota 97.80, su máximo oficial.

Conviene tener eso presente: está muy lejos el lago de Chapala de significar en este temporal agonizante, una amenaza para los pobladores de la ribera… a excepción de quienes han decidido invadir su lecho con la negligencia de la autoridad.

PRESAS REBOSANTES

Las once principales represas del río Lerma, en promedio, han rebasado 92% de su capacidad, diez puntos por arriba de donde se ubicaban un año atrás. Esto significa 2,077 millones de m³. Las tres mayores: Solís, Tepuxtepec y Melchor Ocampo, han rebasado su capacidad completa. Ignacio Allende, que un par de años atrás estaba casi seca, ahora alberga 85% de su total.

La llamada política óptima conjunta (POC) aprobada desde 2004 por el consejo de cuenca, y el posterior “Convenio de Coordinación y Concertación” de 2005, que celebraron los gobiernos estatales, el gobierno de la república y los usuarios regionales, establece un modelo matemático para distribuir el agua entre los usos de la cuenca bajo el eje, como se ha dicho, de la preservación del lago de Chapala. También permite condicionar el llenado de las presas de la región para que el flujo hacia Chapala se garantice, o si éste no se da, el agua de los embalses no se use de forma excesiva, lo que a la larga –con varios temporales acumulados- lleva a que las presas permanezcan con agua y fluya hacia el lago todo excedente al nivel máximo ordinario. Este modelo fue confirmado por el decreto presidencial de la cuenca, emitido en 2014.

Es decir: la hidrometría de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) establece un NAMO (nivel máximo ordinario) para establecer el llenado de los cuerpos de agua a 100 por ciento. Luego hay un NAME (nivel máximo extraordinario) para la regulación de excedentes. El acuerdo señala que toda el agua contenida entre el NAME y el NAMO debe ser vertida cuenca abajo.

En la cuenca Lerma-Chapala se ubican ocho distritos de riego –los número 033, 045, 087, 022, 061, 085, 011 y 013- y los sistemas de pequeña irrigación denominados Alzate, Tepetitlán, Angulo, Duero, La Begoña, Pericos, Zula, Ramírez, Tepuxtepec, Solís, Querétaro, Adjuntas, Corrales, Yurécuaro y Chapala, distribuidos en toda la región hidrológica.

En ese instrumento de política hidráulica se define al almacenamiento del lago de Chapala como eje del tipo de distribución de agua a aplicar: por debajo de 3,200 millones de m3, es “escenario crítico”; entre 3,200 millones y seis mil millones de m3 es “escenario medio” y arriba de seis mil millones de m3 es “escenario abundante”. De acuerdo al estado actual del lago, la política a aplicar sería “abundante”, pero dependerá en cada subcuenca del estado de su respectiva represa.

MÁS EN BRUNOTICIAS SOBRE CHAPALA…

Esta y más información puede leerla, verla o escúchela en BRUNOTICIAS. Síganos en Facebook @Brunoticias. Nuestro Twitter @brunoticiass. En el Instagram @brunoticiass, o bien puede suscribirse al canal de YouTube Brunoticias. Escuche nuestro Podcast Brunoticias en SpotifyApple Podcast o Google Podcast.