
El impacto psicológico de la discriminación y el racismo en el ámbito laboral
Por: Josman Espinosa Gómez
El trabajo no es solo un espacio donde se cumple con una tarea o se obtiene un salario. Para muchas personas, el ámbito laboral es también un lugar donde se construye identidad, se desarrollan vínculos sociales, se obtiene reconocimiento y se siente el valor personal reflejado en logros. Sin embargo, cuando ese entorno está marcado por la discriminación y el racismo, las consecuencias trascienden lo profesional y se instalan profundamente en la salud mental.
En las últimas décadas, múltiples investigaciones en psicología organizacional y en salud mental han demostrado que la discriminación —ya sea explícita o sutil— afecta el bienestar emocional de los trabajadores. No se trata únicamente de perder oportunidades de ascenso o recibir un salario menor, sino de vivir cotidianamente en un ambiente que genera estrés, erosiona la autoestima y, en muchos casos, deja huellas similares a las de un trauma psicológico.
En esta columna exploraremos qué es la discriminación laboral desde la perspectiva psicológica, cómo se manifiesta, cuáles son sus efectos en la mente y en el cuerpo, y qué estrategias tanto individuales como institucionales pueden contribuir a crear ambientes laborales más justos, saludables y humanos.
1. ¿Qué entendemos por discriminación y racismo laboral?
La discriminación laboral se refiere al trato desigual hacia una persona o grupo en el trabajo debido a características que no están relacionadas con su desempeño o habilidades, tales como su raza, color de piel, origen étnico, género, edad, religión, orientación sexual o condición de salud.
El racismo laboral es una forma específica de discriminación que se basa en prejuicios raciales y en estereotipos culturales. Se manifiesta de diversas maneras:
- Exclusión en contrataciones o ascensos.
- Salarios desiguales a pesar de tener la misma preparación o experiencia.
- Comentarios ofensivos o burlas relacionados con el origen o color de piel.
- Microagresiones: gestos, expresiones o actitudes aparentemente pequeñas, pero constantes, que transmiten rechazo.
- Invisibilización: no considerar a la persona en proyectos, reuniones importantes o decisiones estratégicas.

Lo más complejo es que muchas de estas prácticas ocurren de forma sutil o normalizada, lo que dificulta que sean denunciadas o que incluso quienes las viven puedan identificarlas con claridad.
2. El peso psicológico de la discriminación
La discriminación laboral no es una simple molestia: es una experiencia que ataca directamente las bases de la salud mental. Entre los impactos más comunes se encuentran:
- Estrés crónico: el cuerpo se mantiene en estado de alerta constante al anticipar comentarios ofensivos, injusticias o exclusión.
- Ansiedad y depresión: la discriminación sostenida se relaciona con mayores tasas de síntomas ansiosos y depresivos.
- Daño a la autoestima: sentir que se es menos valorado por características que no dependen de uno mismo genera sentimientos de inferioridad y vergüenza.
- Aislamiento social: muchas personas optan por retraerse o evitar la interacción con compañeros por temor a ser juzgadas.
- Burnout o desgaste profesional: trabajar en un ambiente hostil acelera el agotamiento emocional y físico.
Desde la psicología social, se ha demostrado que la discriminación genera un fenómeno llamado “amenaza del estereotipo”, donde la persona teme confirmar prejuicios negativos sobre su grupo. Este miedo aumenta la presión, reduce la concentración y disminuye el rendimiento laboral, creando un círculo vicioso injusto.
3. Microagresiones: la herida silenciosa
Aunque los actos abiertamente racistas son más fáciles de identificar, el impacto más profundo suele provenir de las microagresiones:
- Preguntar repetidamente de dónde “realmente” es una persona, aunque haya nacido en el mismo país.
- Hacer chistes sobre el acento o la forma de hablar.
- Mostrar sorpresa porque alguien de una minoría “habla bien”, “es muy preparado” o “se ve profesional”.
- No mirar a los ojos o ignorar comentarios en reuniones.
Estas experiencias pequeñas pero constantes generan una acumulación de malestar que, con el tiempo, se traduce en ansiedad, inseguridad y un sentimiento de no pertenecer.

4. Impacto en la salud física
El racismo y la discriminación no solo afectan la mente: también dañan el cuerpo. Estudios en psicología de la salud muestran que el estrés sostenido por discriminación se asocia con:
- Hipertensión arterial.
- Problemas cardiovasculares.
- Trastornos del sueño.
- Dolor crónico.
- Alteraciones en el sistema inmunológico.
En otras palabras, el cuerpo “graba” el impacto de la discriminación, incluso cuando la persona intenta minimizarlo o ignorarlo.
5. Consecuencias en la dinámica laboral
Cuando la discriminación está presente en una organización, no solo sufre la persona afectada: toda la dinámica laboral se ve deteriorada. Entre los efectos más frecuentes están:
- Alta rotación de personal: los empleados discriminados buscan otros lugares donde sentirse valorados.
- Pérdida de talento: las organizaciones dejan ir a profesionales altamente capacitados.
- Ambiente laboral hostil: aumenta la desconfianza, los conflictos y la baja moral.
- Disminución de productividad: la energía emocional se gasta en manejar el malestar en lugar de enfocarse en el trabajo.
6. Experiencias intergeneracionales
El impacto psicológico de la discriminación no termina en la persona que la vive. Muchas veces se transmite de forma intergeneracional: padres que sufrieron racismo en su trabajo lo relatan a sus hijos, quienes desarrollan miedo o inseguridad al ingresar al mercado laboral.
Esto genera una memoria colectiva de dolor y resistencia, que influye en la manera en que los grupos minoritarios se relacionan con el trabajo, con las figuras de autoridad y con su propia identidad.

7. Estrategias individuales: cómo cuidar la salud mental
Aunque la responsabilidad principal de erradicar la discriminación corresponde a las instituciones y a la sociedad, también existen recursos individuales para proteger la salud mental:
- Reconocer la experiencia: validar que lo vivido es real y que no se trata de exageración.
- Construir redes de apoyo: hablar con personas de confianza que comprendan la situación.
- Autocuidado emocional: técnicas de manejo de estrés, mindfulness, ejercicio físico, escritura terapéutica.
- Fortalecer la identidad: reconectar con la cultura, los logros y la historia personal como fuente de orgullo.
- Buscar ayuda profesional: la psicoterapia puede brindar herramientas para procesar el dolor y construir resiliencia.
8. Estrategias organizacionales e institucionales
Las organizaciones tienen un papel clave en prevenir y atender la discriminación. Algunas prácticas efectivas incluyen:
- Políticas claras de inclusión y cero tolerancia al racismo.
- Capacitaciones en diversidad, equidad e inclusión.
- Canales de denuncia confidenciales y efectivos.
- Programas de bienestar psicológico para los trabajadores.
- Promoción de liderazgos diversos que representen distintos orígenes y perspectivas.
Cuando una empresa apuesta por la inclusión no solo protege la salud mental de su gente, sino que también gana en innovación, compromiso y reputación.
9. Un ejemplo ilustrativo: el caso de Javier
Javier, un joven ingeniero de ascendencia indígena, consiguió empleo en una empresa de tecnología. Aunque cumplía con todos los requisitos, desde el primer día escuchó comentarios como “qué raro apellido tienes” o “¿cómo aprendiste inglés tan bien?”. Nunca fue ascendido, a pesar de obtener mejores resultados que otros compañeros.
Con el tiempo, empezó a sentir ansiedad antes de ir al trabajo, insomnio y pensamientos de inutilidad. Finalmente buscó ayuda psicológica, donde comprendió que el problema no estaba en él, sino en un sistema discriminatorio. Decidió cambiar de empresa y, con apoyo terapéutico, recuperó la confianza en sus capacidades.
Este caso ficticio refleja una realidad muy común: el daño de la discriminación no es falta de resiliencia, sino consecuencia de una injusticia estructural.

Sugerencias finales
- Como individuo:
- Reconoce tus emociones y no minimices el impacto del racismo.
- Busca apoyo en redes seguras.
- Trabaja tu autoestima más allá de la mirada laboral.
- Como compañero de trabajo:
- No seas cómplice del silencio. Señala microagresiones cuando las observes.
- Sé un aliado: escucha, apoya y promueve la inclusión.
- Como organización:
- Implementa políticas inclusivas reales, no solo simbólicas.
- Crea espacios de diálogo intercultural.
- Ofrece formación en empatía y diversidad.
- Como sociedad:
- Promueve narrativas que valoren la diversidad.
- Educa desde la infancia en respeto y equidad.
- Visibiliza las consecuencias psicológicas del racismo como un problema de salud pública.
La discriminación y el racismo en el ámbito laboral no son problemas menores ni aislados: son realidades que erosionan la salud mental, dañan la autoestima, generan estrés crónico y afectan la productividad de las organizaciones. Lo más doloroso es que, en muchos casos, estas prácticas se vuelven invisibles, normalizadas o minimizadas.
Desde la psicología, sabemos que las personas pueden desarrollar resiliencia y estrategias de afrontamiento, pero también sabemos que la responsabilidad principal no debe recaer en la víctima, sino en las estructuras sociales y organizacionales que permiten la discriminación.
El reto es claro: transformar los lugares de trabajo en espacios donde la diversidad no sea tolerada, sino celebrada; donde las personas no tengan que cargar con el miedo o el dolor de ser rechazadas por su origen, sino que puedan desplegar todo su potencial con dignidad y orgullo.
Trabajar sin miedo a la discriminación no es solo un derecho laboral: es una condición indispensable para la salud mental y para construir una sociedad más justa y humana.
Si requieres apoyo profesional respecto a tu salud mental, estoy a tus órdenes en mis medios de contacto y redes sociales.
Whatsapp 5534593337, correo electrónico: josman.eg.1@gmail.com

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