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Por: Josman Espinosa Gómez
Los berrinches en niños preescolares son un fenómeno común en el desarrollo infantil. Estas explosiones emocionales pueden incluir llantos, gritos y comportamientos desafiantes, y aunque pueden resultar frustrantes para los padres, son una parte normal del crecimiento. La ciencia del desarrollo infantil indica que los berrinches surgen debido a la inmadurez del sistema nervioso y a la dificultad de los niños para regular sus emociones. En esta columna, exploraremos las razones detrás de los berrinches, cómo manejarlos de manera efectiva y cómo ayudar a los niños a desarrollar habilidades de autorregulación emocional.
Comprender el origen de los berrinches
Los berrinches ocurren principalmente porque los niños pequeños aún no han desarrollado plenamente el control emocional y la capacidad de comunicarse de manera efectiva. Según estudios en neurociencia infantil, el cerebro de un niño preescolar está dominado por el sistema límbico, que es responsable de las emociones, mientras que la corteza prefrontal, encargada de la regulación emocional y la toma de decisiones, aún está en desarrollo. Esto significa que, cuando un niño enfrenta frustración o deseos insatisfechos, su cerebro no tiene la capacidad de gestionar la situación de manera racional.
Factores que desencadenan un berrinche
Diversos factores pueden provocar un berrinche, entre ellos:
– Hambre, cansancio o sobreestimulación sensorial.
– Frustración por no poder realizar una tarea o comunicar un deseo.
– Necesidad de atención.
– Reacción a límites establecidos por los padres.
Identificar el desencadenante es clave para abordar el berrinche de manera adecuada.
Estrategias basadas en la ciencia para manejar los berrinches
– Mantener la calma: La investigación en psicología infantil sugiere que los niños modelan su comportamiento en el de los adultos. Si un padre reacciona con gritos o enojo, es probable que intensifique el berrinche. Respirar profundo y hablar con voz calmada ayuda a regular la situación.
– Validar los sentimientos: En lugar de ignorar al niño, es más efectivo reconocer sus emociones. Frases como “Veo que estás muy enojado porque no puedes tener ese juguete” ayudan a que el niño se sienta comprendido y comience a calmarse.
– Redirigir la atención: La distracción puede ser una herramienta poderosa. Si el niño se frustra porque no puede tener algo, ofrecerle una alternativa puede ayudar a disipar la crisis.
– Dar opciones controladas: En lugar de imponer decisiones, ofrecer opciones limitadas puede dar al niño una sensación de control. Por ejemplo, “Puedes ponerte el suéter rojo o el azul, ¿cuál eliges?”
– Uso de técnicas de tiempo fuera positivo: En lugar de castigar, se recomienda enseñar al niño técnicas de autorregulación, como respirar profundo o ir a un rincón tranquilo hasta que se sienta mejor.
– Ser consistente con los límites: Es importante establecer reglas claras y mantenerlas. Si se cede ante un berrinche, el niño aprenderá que esta es una estrategia efectiva para conseguir lo que quiere.
Ayudar a los niños a desarrollar habilidades de regulación emocional
A largo plazo, el objetivo es que los niños aprendan a manejar sus emociones sin recurrir a berrinches. Para ello, los expertos recomiendan:
– Fomentar el desarrollo del lenguaje emocional: Leer cuentos sobre emociones y hablar sobre cómo se siente el niño en diferentes situaciones.
– Practicar la paciencia: Juegos que impliquen turnos o esperar recompensas pueden ayudar a fortalecer la tolerancia a la frustración.
– Reforzar el comportamiento positivo: Celebrar los momentos en los que el niño maneja bien sus emociones refuerza estas conductas.
Los berrinches son una parte natural del desarrollo infantil y, aunque pueden ser desafiantes para los padres, también representan oportunidades para enseñar habilidades valiosas de autorregulación emocional. Mantener la calma, validar las emociones del niño y establecer límites claros son estrategias clave para manejar estos episodios de manera efectiva. A medida que los niños crecen y desarrollan mejor control sobre sus emociones y lenguaje, los berrinches se vuelven menos frecuentes. La paciencia, la comprensión y el uso de herramientas basadas en la ciencia pueden hacer una gran diferencia en la crianza de niños emocionalmente inteligentes.
Sugerencias ante el berrinche
1. Anticipar los desencadenantes: Si un niño es propenso a berrinches cuando tiene hambre o sueño, asegurarse de mantener rutinas estables.
2. Crear un espacio tranquilo: Un rincón de la calma con cojines y juguetes sensoriales puede ayudar al niño a relajarse.
3. Modelar la regulación emocional: Mostrar cómo manejar la frustración con estrategias saludables, como respirar profundo o expresar emociones verbalmente.
4. Fomentar el juego simbólico: Jugar con muñecos o cuentos donde los personajes afrontan frustraciones puede ayudar a los niños a aprender estrategias de regulación emocional.
5. Buscar apoyo si es necesario: Si los berrinches son muy intensos o frecuentes, consultar a un especialista en desarrollo infantil puede proporcionar estrategias personalizadas.
Con estos enfoques, los padres pueden convertir los berrinches en oportunidades de aprendizaje, ayudando a sus hijos a crecer con habilidades emocionales que les beneficiarán toda la vida.
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